Estación Alamillo

Hay un camino que va desde Alamillo a la estación. Este camino —bien seguro estoy de ello— se está reivindicando a sí mismo como ruta. Al fin y al cabo, ¿quién mejor que él para hacerlo? Un camino es capaz de asumir el papel de emprendedor/perdedor que exhibe su trazado como una ruta turística que ningún turista se atrevería jamás a recorrer. ¿Quién iba a querer dirigirse a una estación sin tejado y sin apenas trenes? ¿Quién iba a querer patear una senda por donde antaño desfilaban macutos y maletas desvencijadas con aristas y correajes, repletas de ilusiones frustradas? ¿Quién iba a pasear sobre un puente y cruzar las aguas del río Alcudia, hacia una estación con andenes bulliciosos de hormigas, con un pozo cegado…, y todo detrás de una valla, como la mejor metáfora al cautiverio de idas y llegadas?...Si existiera un turista así, habría que detenerlo, desahuciarlo, reeducarlo, guiarlo hacia una de esas rutas al uso con paneles de interpretación y trípticos informativos. A estos enfermos de nostalgia hay que apartarlos cuanto antes de los caminos o acabarán por contagiarnos, y hacernos creer que cualquier enclave de nuestra tierra merece ser admirado, respetado, contemplado, mimado…